Pavo navideño. Autor: Alejandro Ibáñez Abad. Hellín, hacia 1889. Membrete: A. Ybáñez Abad. Hellín. De izquierda a derecha: Chus (hija mayor del fotógrafo y de Laure, tiene unos trece años); un niño o una niña de tres o cuatro años aproximadamente que podría ser Estrella (hermana de Chus); el pavo; una criada o vecina; y Laure, de rodillas, con un plato y un cuchillo (es la madre de Chus y la esposa del fotógrafo) Positivo sobre cartón. Imagen: 11,2 x 18,8 cm. Cartón: 12,8 x 21,8 cm. Formato Boudoir. (Archivo Miguel Tomás).
Con un suave y decidido gesto Laure inclinará la cabeza del pavo, acercando el pico al buche. Practicará un rápido corte (técnica iai-jutsu, “desenfundar y cortar”), una incisión en el cogote del animal. Como el pavo está pico abajo se desangrará inevitablemente. Agitará patas y alas en vano. Toda su sangre pasa al lebrillo, gotea. La mezclarán con piñones y pan rayado para hacer el relleno. Lo decapitarán y desplumaran entre las cuatro mujeres. Y antes de entrar en el horno, la sangre que perdió volverá a su cuerpo en forma de albóndiga denigrante.
Las dos chicas que sujetan las patas posan con la dignidad que requiere el momento, la niña pequeña, en cambio, parece algo asustada (ha presenciado cómo se debatía el bicho regando el suelo de plumas y ella sólo se sabía eso de la pavica, la pavá, pone huevos a maná..). Laure nos clava su mirada samurái y sonríe porque alguien detrás de su marido toca la pandereta. Pero es la mirada aviar la que atrae nuestra atención. Hace ciento veinte años ese ojo veía a Alejandro manipulando un artilugio de madera y esa estampa incomprensible fue precisamente lo último que ese ojo vio. ¿Fue de verdad su última visión? ¿Observa resignado o altanero? ¿Hay pánico a perderlo todo en ese ojo desorbitado? ¿Resignación, altanería o puro miedo a la caricia del filo? ¿Es ojo porque nos ve o porque lo vemos? Contestaría Antonio Machado ¡Échale guindas al pavo!, si supiera que esa pupila se ha transformado en un puñado de pixeles. Y cuántos humanos quisieran conseguir un posado tan perfecto, una mirada tan viva y abarcadora.
El próximo 25 de diciembre comeremos una vez más pavo relleno y tal vez alguien cuente a quién se regaló esta fotografía y con qué intención, o tal vez alguien descubra entre las trufas y el paté al mismísimo Sauron.
Dedicado a los comensales del pavo navideño.