María Tomás Ibáñez y José María Silvestre Paredes.
Autor: Alejandro Ibáñez Abad. Tarjetas postales apaisadas con retratos circulares sangrados, a la derecha el de María; y a la izquierda, no podía ser de otro modo, el de Pepe. 8,3 x 13,9 cm. Plano medio. Ella posa sentada con elegante traje claro, y peinado victoriano, él con traje oscuro, chaleco, corbata, cuello almidonado y mostacho burgués. María toma con ambas manos un abanico o un espejo para exhibir disimuladamente su anillo, ¿de compromiso? Si fuese así, las imágenes se podrían fechar cerca de abril de 1912, él tendría veintinueve y ella diecisiete. Ambos transmiten una felicidad elegante. El forillo con balaustrada y el jarrón de ella se repite en otras fotografías del mismo autor. Para él, fondo perdido. María mira a cámara guapa y feliz. Pepe mira más a su izquierda, fuera de campo. (Archivo familiar Miguel Tomás).
JOSÉ MARÍA SILVESTRE PAREDES
–En el corazón y en la inteligencia–
A José María Silvestre Paredes lo mataron en Hellín el diez de junio de 1939 a las 5:30 h. Lo acompañaron a la fosa tres hombres más: el veterinario Joaquín López, el empleado municipal Justo Picazo y Pedro Cardós, un comerciante de Tobarra.
Pepe Silvestre había nacido en Daimiel (Ciudad Real) el dos de noviembre de 1883. Su padre, José, profesor de segunda enseñanza, fue destinado al Colegio de San José de la localidad manchega. Casi toda la familia procedía del mismo Hellín al que pocos años más tarde quiso regresar: sus abuelos paternos, Maximiliano, el tejedor que odiaba a los emperadores, y Teresa Soria; el hacendado abuelo materno, José María Paredes –aunque no así la abuela Rosario Rubio, que provenía de la lejana Santoña–; y desde luego también eran hellineros sus padres, José y Encarnación. La docencia en Daimiel trajo al mundo a la prole Silvestre Paredes: Teresa, Rosario, Francisco y, José María, al que todos llamaban Pepe.
Estudió en el colegio que dirigía su propio padre y a los catorce completó el bachillerato en el Instituto de Ciudad Real, obteniendo el título en 1899. Ese mismo año inicia la carrera de Derecho en la Universidad de Valencia, donde consigue matrículas de honor y sobresalientes. Destaca en Historia General del Derecho, Hacienda Pública, Procedimientos Judiciales y Práctica Forense. En 1906 llega la licenciatura e inmediatamente abre su despacho en Hellín, en ese mágico y premonitorio callejón del Cautivo.
JOSÉ Mª. SILVESTRE PAREDES
ABOGADO
B.L.M.
a Don...
y tiene el gusto de ofrecerle su bufete en la calle del Cautivo, núm. 8.
Hellín, 9 de noviembre de 1906.
Cuando el Titanic preparaba el inicio de su travesía, las campanas y el arroz de la Iglesia de la Asunción aturden a una pareja que empieza también una carrera sin meta. Es uno de abril de 1912, la novia sonríe feliz, se llama María Tomás Ibáñez. La abrazan sus hermanos Mariano y Alejandro, que se convertirán en reputados escritores, y sus hermanas Lola y Rafaela. La pícara y bromista Rafaela, tendrá un capítulo entero de la historia para ella: muchos hellineros le deben la vida.
JOSÉ MARÍA SILVESTRE PAREDES
y
MARÍA TOMÁS IBÁÑEZ
participan a V. su efectuado enlace, y le ofrecen su casa en Hellín, calle del Cautivo, 8. Abril, 1912.
Gracias a su trabajo, José María Silvestre percibió la injusticia que aplastaba a jornaleros, mineros y obreros: comenzó a interesarse por la política. Sin abandonar su convicción religiosa expresada a veces en versos a la Virgen que mejoraban los típicos ripios provincianos, se iba contagiando poco a poco de republicanismo, de unos ideales que le marcarán tan hondo, que los defenderá incluso frente al tribunal del Consejo de Guerra.
Ya en los años veinte, bajo la dictadura de Miguel Primo de Rivera, fue Teniente de Alcalde, enseguida Presidente del Partido Republicano de su ciudad, y primer Alcalde del Ayuntamiento de Hellín con la República del 31 –cargo que deja el veintiséis de marzo de 1932 por razones de salud–. Se afilió a la azañista Acción Republicana, a Izquierda Republicana, y desde enero de 1937 al PSOE. El 27 de agosto de 1936 fue designado Secretario del Ayuntamiento por el Frente Popular, cargo que ostentó hasta la entrada de las fuerzas franquistas.
Llama la atención la sistemática escasez de datos sobre José María Silvestre, sobre todo si tenemos en cuenta su peso político en la región y su labor como director del gobierno municipal. Hasta la fecha son casi inexistentes las referencias en letra impresa, sea en papel o en pantalla, ni siquiera el todopoderoso google consigue encontrar detalles que no sean demasiado insulsos. Sólo algunos especialistas como Rosa Sepúlveda y Manuel Ortiz lo incluyen en listados de republicanos represaliados, o dan alguna noticia más jugosa, como Manuel Requena (Partidos, elecciones y élite política en la provincia de Albacete 1931-1933, pp. 365-366), que nos informa de que en las elecciones a Cortes del verano de 1931 quedó sin adjudicar un escaño por la provincia de Albacete y para su designación se realizó una segunda vuelta en la que presentarían sus candidaturas las dos fuerzas más votadas, Acción Republicana y el PSOE. Por los resultados de la primera vuelta, se veía que la formación republicana tenía todas las de ganar esa butaca del Parlamento..., la corporación municipal de Hellín propuso a José María Silvestre, pero Azaña se empeñó en imponer a un candidato cunero. Tras algunas tensiones, Pepe Silvestre hizo gala de su espíritu moderado y acató las órdenes del jefe, lo que ahora llaman disciplina de partido. El congresista fue al final el amiguete de Azaña, claro. Me pregunto por qué en las listas de alcaldes de Hellín suele ignorarse el nombre de quien fue apoyado por su propio pueblo para ser diputado. ¡El primer alcalde con la República! Un símbolo, sí, pero un símbolo silencioso, postergado. ¿Qué ocurrió para que la memoria de este culto abogado de pueblo quedara sepultada bajo los escombros del miedo? Ni siquiera a principios de siglo XXI su nombre aparecerá estampado en los registros de funcionarios municipales ni en esos libros tan simpáticos sobre personalidades locales..., pero ¿qué coño hiciste Pepe?
Antes de que el ejército de Franco llegara a Hellín, la Agrupación Socialista huyó al puerto de Alicante con la esperanza de embarcar hacia la salvación del exilio. Sólo algunos lo consiguieron. Un romántico Tramp Steamer, el carbonero inglés Stanbrook, zarpaba a las once de la noche del veintiocho de marzo de 1939 con destino a Orán. Las bodegas y la cubierta atestadas: soldados, políticos, sindicalistas, artistas, maestros, mujeres, niños, y entre todos ellos, un desengañado y enfermo José María Silvestre, acompañado de su sobrino de diecisiete años, Pepe Silvestre Puig. A pesar de que la historia terrorífica del Stanbrook es muy conocida, tal vez también merezca capítulo propio en esta singladura, como Rafaela, la pícara chavala a la que tantos hellineros deben la vida. El giro inesperado de nuestro relato ocurre aquí, en el muelle del puerto de Orán, pues técnicamente José María y su sobrino no llegaron a pisar suelo francés porque solicitaron la repatriación voluntaria. Nada, nada, pensarían el señor Prefecto francés y el cónsul español, a mandar, así que desembarcaron del Stanbrook, mientras los legionarios senegaleses los intimidaban con sus armas y sus pendientes de oro, para embarcar de nuevo en un pequeño pesquero que los llevó de vuelta a Villajoyosa. (Por cierto, el listado de pasajeros del Stanbrook se puede consultar en la red. A los curiosos les sugiero que comparen los números 1010 y 1333. Evidentemente se trata en ambos casos de nuestro abogado de 55 años. Quizás en otra ocasión cuente por qué su nombre aparece repetido). El treinta de abril ya estaban en Hellín, entregándose en Jefatura. Los dos fueron encarcelados y juzgados. Pena de muerte para el tío, prisión para el sobrino. María Tomás recibió cartas desde la cárcel del partido durante un mes, las contestó todas, rogó clemencia al Caudillo y se desvivió intentado salvar a su marido.
En el juicio lo acusaron de ser universitario, masón y de izquierdas –peligrosísimo–, es decir, le echaron en cara tener pensamiento propio. Lo acusaron de todo y de nada, pues no esgrimieron prueba alguna contra él. La encerrona fue de tal calibre que hasta un militar del tribunal, el capitán Pinillos Hermosilla, emitió un voto particular para expresar su desacuerdo con la sentencia por inadecuada. El juez hizo caso omiso y el diez de junio fue fusilado. Otra acusación repetida fue la de incitar a desmanes contra la iglesia, o sea, quemar santos, matar curas, y toda esa barbarie que en ocasiones ocurrió, pero que hubiese resultado imposible que todo el mundo llevara a cabo.
Para concluir, transcribo el principio de un bando del Ayuntamiento de Hellín, de fecha veintidós de marzo de 1932:
Don José María Silvestre Paredes, Abogado, Alcalde Presidente del Excmo. Ayuntamiento de esta Ciudad.
HAGO SABER: Que, comenzando por acatar la Constitución y habiendo pedido el consiguiente permiso a la Autoridad, los Católicos de esta Ciudad proyectan celebrar las tradicionales Procesiones de Semana Santa.
Este proyecto constituirá, al realizarse, el ejercicio de un derecho que, como tal, merece el respeto de todos los ciudadanos. Lo merece más en una democracia cuyo fundamento esencial está en el imperio de la Ley. Una democracia, sin la justicia en acción que significa el acatamiento por todos de los mandatos de la Ley, ni es democracia, ni como democracia puede subsistir. Estas verdades están en el corazón y en la inteligencia de todos los demócratas y, por consiguiente, de todos los republicanos y aun de todos los hombres que saben sentir la ciudadanía en toda su pureza.
Por estas razones, y por estas circunstancias, el Alcalde que suscribe cuenta anticipadamente con el concurso de todos los hellineros para que las fiestas religiosas organizadas por los hellineros católicos, con motivo de la Semana Santa de este año, se celebren sin ninguna dificultad, con la devoción de los creyentes y con el respeto de los no creyentes, que así debe celebrarse, y así se celebran, esta clase de fiestas en todos los pueblos que llevan escrito en su Código fundamental, porque han sabido conquistarla, la verdadera libertad religiosa. […]
Quiero agradecer el corazón y la inteligencia de Chus Tomás, Alejandro Tomás, Beatriz Esteban, Joaquín Gil, Anna Belén García Martín y Ana Santos Payán, sin ellos no existiría memoria de Pepe Silvestre Paredes, que es uno de los principales personajes de una historia que me gustaría contar.
En la próxima entrada:
JUAN IBÁÑEZ ABAD Y UNA DESCONOCIDA
Estupenda entrada. Sigue así.
ResponderEliminargracias amigo anónimo, me alegro de que la historia de José María Silvestre te haya interesado.
ResponderEliminarmuchas gracias por haber publicado la historia de nuestro tio-abuelo..del que desconociamos algunas cosas, puesto que cuandoo lo mataron en nuestra familia se puso el silencio como norma.
ResponderEliminarIntentaremos buscar fotos familiares.
Deseamos ver publicado tambien lo de Rosario
Gracias a vosotros por vuestro comentario.
ResponderEliminarCreo que José María Silvestre merece sin duda un reconocimiento mayor que este simple y humilde blog. Espero esas fotos hechas por los Ibáñez!
lista de pasajeros del stanbroock
ResponderEliminarMi madre ( Rosario Soriano Silvestre ) es sobrina de él. Descanse en paz.
ResponderEliminarTambién mi abuela (Encarnación Soriano Silvestre) es su sobrina.
EliminarEsta página me ha ayudado a resolver dudas y completar parte de mi árbol geneológico.
El silencio después de la guerra fue la tónica general de vencedores y vencidos.....
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