[Rafaela y la bruja. Autor: Alejandro Ibáñez Abad. Hellín, hacia 1905. Formato postal, fondo perdido. Archivo Miguel Tomás.]
Este divertido montaje en el que Rafaela Tomás Ibáñez se desdobla en niña y anciana bien podría entenderse como una metáfora del transcurso de una vida, la pequeña observa su futuro de anciana miope y mellada. Pero conocemos la historia de esta foto: el libro que causa la risotada de la falsa vieja es una selección de cuentos de los hermanos Grimm. Ya saben, los chavales se habían puesto tibios de chocolate y la bruja se relamía pensando en sus tiernos mofletes. No imaginaba ella la fuerza de esta niña! Volcó Grétel su delantal, y todas las perlas y piedras preciosas saltaron por el suelo...
Para Leticia, Álvaro y Grétel, en este 4 de enero al que habéis cambiado el color.
Con vuestra mirada todo cambia de color.Geniales como siempre
ResponderEliminarMe ha encantado Pedro. Besos.
ResponderEliminarLa bruja del cuento no pudo comerse a ninguno de los niños, pero ni Vari ni Leti van a poder evitar que Ele y yo nos comamos a Grétel.
ResponderEliminar(Alucinante cómo con una ilusión fotográfica se pudo adivinar el aspecto que tuvo de Rafaela desde..., ¿Desde que tengo uso de razón?)
A la vieja Rafaela también le hubiese gustado comerse a Grétel!
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios.