Sobre una saga de fotógrafos: los Ibáñez.

lunes, 5 de abril de 2010

Detectives salvajes 1


Retrato de dama desconocida. Autores: Juan Antonio Ibáñez e hija. Carte-de-visite. Dorso: J. Ibáñez e hija. Fotógrafos. Cerca de 1875. Plano en tres cuartos. Fondo perdido. (Colección Lencina Ruiz. Fondo del Museo Comarcal. Ayuntamiento de Hellín). Aunque se publicó en El ojo del tiempo, p. 17, con el pie Retrato de señora con abanico, nuestra imagen está tomada del original. A pesar de la pretendida solemnidad del oscuro vestido y de la gargantilla crucificada, el abanico blanco sobre el regazo crea una nota de distorsión. El juego me recuerda a una conocida imagen de Chema Madoz.


Aplazamos la entrada sobre Gabriel Ibáñez, el fotico, para contar lo que dio de sí nuestro viaje a los Campos de Hellín y al Altiplano de Yecla-Jumilla. Nos proponíamos buscar alguna pista sobre los dos hijos más olvidados de Juan Antonio Ibáñez Martínez: Anastasio, el fotógrafo sin rostro, y Catalina, nuestra Cesárea Tinajero.


Domingo, 28 de marzo de 2010.

Hellín. 19:00 h.

Nos dirigimos al conocido hotel ubicado en la calle de Federico Coullaut Valera, pero antes de entrar quedamos como dos pasmarotes con la maleta y la mochila (cámara, portátil, cuadernos) todo al hombro, frente al asilo que da a López del Oro. Hay un racimo de monjas asomadas a las ventanas. Admiran el traslado de un paso. Por cada anciana, cinco religiosas. Carmen Espinosa rodeada.

Hotel Reina Victoria.

El rótulo de la entrada tiene un aire de viejo western, pero la estética del interior sorprende por su divertido eclecticismo mezcla de lujo decadentista, estética victoriana y detalles castizos. Las conversaciones de los desayunos no tienen desperdicio. Resulta un lugar muy agradable para escribir. Hay un camarero desdentado que comienza su turno sin haber dormido..., toda la noche tocando el tambor, quizás por eso hace el mejor café de la comarca, le pone mucha pasión. Qué placer despertarse con la fragancia de bizcochos, pastas y rollos recién hechos que pueblan la barra. Pepe, uno de los recepcionistas, pasa por ser un hombre afable y meticuloso. Todas las mañanas a las nueve en punto toma un vaso de leche caliente. El miércoles por la noche lo encontraremos en la calle Sol con su tambor. Nos ofrecerá su bota y por un momento pensaremos en la leche de las nueve, pero gritamos aleluya al tragar una bocanada de fuego, de whisky puro y duro.


Lunes, 29 de marzo. Hellín.

Archivo Municipal. 09:30 h.

Beatriz, nuestro oráculo, está enfrascada en la digitalización de unos documentos del siglo XVII. Le detallo nuestros adelantos y termino planteando mis dudas y temores, Anastasio, Catalina... Tomo apuntes mientras ella recita sus profecías. Le digo que según las partidas parroquiales el cólera de 1885 hizo estragos en la familia. Enseguida me proporciona el Repartimiento para atender a los gastos que puedan ocurrir con motivo de la invasión del cólera de 1885, pero no encontramos mucho, así que rastreamos los padrones.

Si Alejandro Ibáñez Abad vivía en Osarios (actual Miguel Silvela), sus hermanos no podían andar muy lejos. ¡Bingo!


Padrón 1890.

c/ Eras, 22.

Anastasio Ibáñez, 32 años, fotógrafo.

Filomena Romero, 31 años, su sexo. (¿Prefieren esta fórmula o “sus labores”?)

Alfredo, hijo, 5 años.

Concepción, hija, 1 año.


El fotógrafo sin rostro se aparta un poco más de las tinieblas. El hermano menor de Juan y de Alejandro, el de la prole diezmada y la memoria castigada, lucha por regresar. Mientras reivindicamos su nombre para futuras historias de la fotografía, esperamos a que su gesto se revele definitivamente con la llegada de algún autorretrato hecho en Hellín o tal vez en Almansa o en Villena. En cuanto a Catalina, de momento, nada.

Sesenta años después de confeccionarse este padrón de 1890, en la misma calle de Eras hay una academia en la que estudia para bachiller Rafael Lencina. Mientras sus compañeros de 4º, Gomariz, Padrino, la Milagros y la Chus, recitan la lista de los reyes godos, él sueña con manejar la cámara del fotógrafo local Luis Redondo. Hoy, otros sesenta años más tarde, el Museo Comarcal de Hellín conserva parte de la colección de fotografía antigua de Rafael Lencina, entre la que se hallan algunas piezas de los Ibáñez publicadas en El ojo del tiempo (fotografía antigua de Hellín), catálogo editado por el Ayuntamiento de Hellín en 1998 y que está agotado según nos dicen. Llamo a la almazara de Rafael Lencina para agradecerle que nos permitiera fotografiar su colección. –No faltaba más –dice. El Museo Comarcal está en una paralela del callejón del Cautivo, donde vivió José María Silvestre, donde estuvo la redacción del mítico semanario Renovación, donde vivió también la comadrona de Hellín, la pícara Rafaela, y donde residía asimismo la familia Juárez. De fondo la cantinela de los reyes godos, pero Rafael está pensando en Aurelia Juárez y en las fotos que quiere hacerle y que algún día donará al Museo.

Ya tenemos en la tarjeta de memoria diez imágenes, formato carte-de-visite con el sencillo tampón entintado de Juan Antonio Ibáñez Martínez. Pero hay uno diferente: “Juan Ibáñez e hija, fotógrafos”.

Posiblemente esa hija sea nuestra ansiada Catalina. Su historia deriva de la información de las partidas, está relacionada con aquella invasión de cólera de 1885 que le comenté a la maga Beatriz, pero la guardamos para la entrada correspondiente, para cuando dispongamos de más información sobre esta mujer, tal vez fotógrafa con su padre.

15:00 h.

Calle Macanaz. Comida turca y pizzería.

Comemos un dorum gigante de ternera que nos deja satisfechos. Coca-cola. Patatas adobadas. Preguntamos por dónde se va al cementerio. –Ustedes no son de aquí, ¿verdad?

Subimos por la calle Libertad. A la derecha queda el barrio del Pino, como un oasis. De una furgoneta salta una chica con un tambor que brilla bajo el sol. Por el camino del cementerio pasea una familia gitana con dos chiquillos desnudos cintura arriba. Uno de ellos va sobre un poni gordo del que tira su padre. Antes de llegar a la puerta se meten en el olivar.

16:30 h.

Buscamos la tumba de María Tomás Ibáñez y José María Silvestre Paredes. –Siempre tiene flores –comenta Gabriel, el cancerbero.

Un niño aprende a montar en bicicleta entre los nichos. Juro que no es un verso surrealista.


(Foto: Ana Santos Payán).

18:30 h.

Redacción de El faro.

Entrevista con su director: Mariano Andújar.

Mariano es un hombre noble de mirada azul. Su dominio de la historia local se sustenta en la magnífica hemeroteca que ha ido recopilando con paciencia durante toda su vida. Conserva periódicos de 1890, de cuando Anastasio vivía en la calle Eras. Hablamos largo y tendido sobre los Ibáñez, sobre Silvestre... –Todo lo que veis está a vuestra disposición –nos dice abrumándonos con su desprendimiento. Hacemos fotos de un precioso álbum en piel roja de las calles de Hellín. Su autor: Antonio Guerrero Coy, la fecha 1893. Una joya. Leemos con fruición los pulcros ejemplares de Renovación, periódico dirigido por Francisco Silvestre Paredes, hermano de José María Silvestre. –Llévatelos, ya me los devolverás.

Casi tres horas después, nos despedimos. Mi cuaderno está lleno de garabatos, la tarjeta de fotografías, y la mochila de renovación y generosidad. Cuando bajamos por la escalera, Mariano nos alcanza. –Se me olvidaba, un regalo para vosotros–. Nos da un ejemplar de El ojo del tiempo (fotografía antigua de Hellín), catálogo editado por el Ayuntamiento en 1998 y que está agotado según nos dijeron.


6 comentarios:

  1. Como siempre precioso y entrañable. Debería leerlo mucha más gente. Esperamos ávidos la segunda parte del viaje

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  2. Mucha información, veo, hay que sentarse y escribir más. Un sentido abrazo después de saber la última noticia.

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  3. Gracias a las tres por las inmerecidas palabras. Belén, prepararé un pequeño homenaje sobre lo que dices...

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  4. No está mal eso de ir a investigar a Hellín, en plena Semana Santa.
    Y veo que fue fructífera.
    En cuanto a la dama de la foto, me llama la antención que el cuello del vestido sea tan "amplio" para esa época...a ver si pronto se descubre quien es.

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  5. Querida Rosario, gracias por pasarte y por tus acertadas observaciones, tienes toda la razón en lo del cuello descocado, buscaremos vestidos de la época para ver si hay modelos similares. Me encantaría averiguar la identidad de la dama desde luego, ojalá alguien la conozca y se ponga en contacto con nosotros. Ahora seguimos pistas en Jumilla y en Villena, y he leído algo sobre un fotógrafo que podría ser descendiente de Catalina Ibáñez (sólo es una sospecha sin fundamento) ya que sus apellidos son Moreno Ibáñez, como los de sus hijos, y parece ser que operó en La Roda.

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