Sobre una saga de fotógrafos: los Ibáñez.

viernes, 21 de enero de 2011

Un conde que enseñaba magia: Luis Tarszenski


La familia Tarszenski Voisins. Autora: Amalia López de López, alumna de Luis Tarszenski, conde de Lipa. Jaén, hacia 1863. En el centro de la imagen, sentado, Luis Tarszenski, conde de Lipa; detrás, apoyada en la espalda del conde, su mujer, Magdalena de Voisins; a la derecha, la hija mayor, Enriqueta, y a la izquierda el hijo menor, Luis. (Archivo familiar Hernández Luike). La fotógrafa almeriense afincada en Jaén retrata a su maestro. Posiblemente Luis Tarszenski motiva que ella sea la primera fotógrafa profesional de España que dispone de estudio propio. (La datación en 1863 se ve reforzada por el hecho de que está probada la estancia del conde en Jaén durante el periodo 1862-1864, según Isidoro Lara y Emilio Luis Lara en La memoria en sepia, pp. 53 y ss.).

Partida de matrimonio nº 339: Sevilla, a 17 de junio de 1844.

Don Luis Tarszenski, conde de Lipa, natural de Lupco, provincia de Podlaskie (Podlaquia), Polonia, soltero, de 38 años, ex-comandante de los Ejércitos Nacionales de Polonia, con domicilio en la población de San Lorenzo; contrae matrimonio con:

María Magdalena de Voisins, natural de Estepa, provincia de Sevilla, soltera, de 26 años, con domicilio en la calle de la Dama, nº 14.

Padres del contrayente:Benedicto Tarszenski, de profesión Grande de Polonia, y Tecla Konarzenski, ambos de Lupco, Podlaquia, en Polonia.

Padres de la contrayente:Esteban Voisins, de Carcasona, en Languedoque, Francia, teniente coronel retirado, e Isabel Antonia Canet, de Zaragoza.

Los próceres de la historia de la fotografía han considerado la figura del conde de Lipa como misteriosa, enigmática, triste –como la de don Quijote– y hasta ficticia. Estos adjetivos no se refieren precisamente a la categoría mágica del título de esta entrada, más bien denotan la pura y simple falta de información. Al bueno de Tarszenski lo despachan instituciones y supuestos especialistas con fórmulas hechas, o frases repetidas y no contrastadas. Que si en 1847 el conde de Lipa ya estaba de viaje por España –¡antes!, como mínimo desde 1843 vive en Sevilla–; que si era un fotógrafo transeúnte o ambulante desmerecedor de la atención dedicada a los Clifford, Laurent, Lorichon... –cuando en realidad esa menospreciada ambulancia propagaba una labor docente pionera que posibilitó el nacimiento de la primera generación de fotógrafos españoles–; o que si se le pierde la pista cuando se marcha a Francia o Italia –muy novelesco, pero la verdad es que el conde de Lipa se estableció en la provincia de Badajoz y murió en Zafra–. Qué manía, y luego dirán que este blog es literario. Por suerte, los descendientes de Luis Tarszenski, con la ayuda del historiador José María Lama, están realizando una investigación seria y concienzuda sobre los pasos perdidos del conde. Y gracias a su generosidad se puede consultar toda esta documentación en la web

http://condedelipa.com/about/

Pero volvamos un momento a la foto de familia para ver si hay trazas del magisterio de Luis Tarszenski en nuestros Ibáñez. Recordemos que según los testimonios orales de los fotógrafos de la tercera generación –en concreto de Juan Ibáñez Navarro–, fue el conde de Lipa quien enseñó el arte de la fotografía a Juan Antonio Ibáñez Martínez, al parecer en Yecla –este último punto queda pendiente de confirmación documental–. Dependiendo de las fechas del encuentro entre el polaco y el yeclano, también pudo participar en las clases el hijo mayor de Juan Antonio, Juan Ibáñez Abad. Y la verdad es que la composición de este grupo de otra de sus distinguidas alumnas recuerda en algo a la de la entrada anterior, las cadenas humanas, el apoyo en la espalda del ser querido, la distribución de tonalidades de los vestidos, pero sobre todo ese gesto de Enriqueta, esa mano que acaricia delicadamente el mentón es la mano de Margarita, es la mano de Saleta, es la mano coqueta de algunos retratos de la pintura romántica.

¿Qué edad pueden tener? Hemos propuesto la fecha aproximada de 1863. Enriqueta aparenta unos 18 años y sabemos que había nacido en El Puerto de Santa María (Cádiz) en 1845. Si estuviéramos en lo cierto, Magdalena de Voisins tendría unos 45 años, y Luis Tarszenski 57, mientras que el pequeño Luis podría tener 13 más o menos. No cuadran las edades del conde, si comparamos su partida de matrimonio –habría nacido en 1806– con la de defunción –por la que nacería en 1793–, así que tendremos que esperar hasta dar con su partida de bautismo en Polonia.


El maestro. Retrato de Luis Traszenski, conde de Lipa. Detalle de La familia Tarszenski Voisins. Autora: Amalia López de López. Jáen, hacia 1863. (Archivo familiar Hernández Luike).



El alumno e iniciador de la saga Ibáñez. Autorretato de Juan Antonio Ibáñez Martínez (1819-1875). Hellín, hacia 1860-65. (Archivo Juan Ibáñez Molina). Publicamos por segunda vez esta imagen, ahora acompañada de un marco de la época y del comentario al dorso de puño y letra de su nieto Juan Ibáñez Navarro: Juan Antonio Ibáñez. Fotógrafo natural de Yecla. Murió en Hellín a los 55 años, el día 4 de Marzo de 1875. Padre del fotógrafo Juan Ibáñez Abad, de Yecla. –Sólo queremos aclarar que su hijo Juan Ibáñez Abad había nacido en Jumilla, aunque después vivirá en Hellín, y establecerá definitivamente su estudio en Yecla–.

Luis Tarszenski, conde de Lipa (1806?-1871), comandante de los ejércitos polacos, descendiente de nobles, disfrutó de una vida cuajada de intrigas nobiliarias, espías, sublevaciones, batallas, derrotas, huidas, viajes continuos, amistades con príncipes, reyes, artistas y científicos, pero sobre todo disfrutó del reconocimiento de sus pupilos. De ahí que se haya conservado un retrato suyo realizado por su alumna almeriense, o que tengamos noticias de su labor a través de cinco generaciones de fotógrafos Ibáñez.

Esta doble faceta artística y didáctica ya fue subrayada por la prensa de la época de Córdoba, ciudad en la que debió de vivir unos meses desde finales de 1861 a principios de 1862: Artista notable. En su lugar oportuno verán nuestros lectores el anuncio del nuevo gabinete fotográfico que acaba de abrirse en esta capital. El profesor que lo dirige es el señor don Luis Tarszenski, conde de Lipa, procedente, según se nos ha dicho de la emigración polaca. Además de las buenas noticias que tenemos del señor conde, dado a conocer como aventajado artista en las capitales donde ha ejercido su profesión, hemos visto un álbum con porción de retratos ejecutados por él, los cuales por su dulzura, y lo bien acabados, nada dejan que desear. Por ello, y lo módico de los precios que tiene establecidos, nos atrevemos a recomendarlo al público de esta ilustrada población. (En La Alborada, Córdoba, Año III, 22/12/1861, p. 3). [El subrayado es mío].

Participó en los primeros movimientos revolucionarios de la Europa decimonónica contra el imperio del zar, y su derrota frente a las tropas rusas originó que con otros insurrectos huyera a Francia donde se les concedió una especie de asilo político hacia 1830-32. Hay bibliografía que documenta el importante papel que jugó Luis Tarszenski en el trato dispensado a los polacos exiliados en Francia. La etapa gala y su estancia en París resultaron determinantes, ya que trabó amistad con Daguerre, según testimonios orales de los descendientes del conde. Daguerre lo introdujo en las artes mágicas de la fotoquímica y en los secretos de los posados. Para estrenarse como fotógrafo realizó al parecer una serie de daguerrotipos sobre obras artísticas del Louvre, y seguro que no dejó de mirar y mirar hasta fatigar la vista, para años después aplicar las enseñanzas de pintores y escultores a las composiciones y gestos de sus propios retratos. El rey Luis Felipe de Francia le otorgó por esta serie el título nobiliario que usará en España: conde de Lipa.

Como conde de Lipa se encuentra en Sevilla en 1843, pero aún se desconoce si pudo llegar antes a España. En todo caso hay que recordar que la presentación oficial del daguerrotipo se había producido sólo cuatro años antes, por eso un detective de verdad salvaje debería investigar el papel que pudo jugar Tarszenski en la primera daguerrotipia andaluza, y sevillana en particular. Fue en Sevilla donde se casó al año siguiente con Magdalena. Tuvo dos hijos, Enriqueta –casada con Manuel Hernández, y cuya descendencia está recuperando el rostro del conde en el tiempo–, y Luis –profesor en el Instituto Republicano de Zafra y en La Habana, Cuba, donde enseñó Ciencias Naturales y Cosmología–. (Extracto de http://condedelipa.com/about/ ).

El conde viajó por toda España: Sevilla, Cádiz, Málaga, Córdoba, Jaén, Valencia, Madrid, Extremadura, desarrollando esa doble labor artística y docente. Reconstruir su itinerario, estos pasos perdidos en la selva española, resultará una tarea tan ardua como apasionante. Él hizo las primeras fotografías o daguerrotipos de muchas ciudades y pueblos, captó momentos históricos como la colocación de la primera piedra de la Biblioteca Nacional en 1866, y lo más importante, mostró a varias generaciones de españoles los mecanismos del moderno ilusionismo.

Para terminar veamos cómo suele ventilarse a nuestro conde:

Mención especial merece el autotitulado conde de Lipa, exiliado polaco que llegó a España hacia 1860 y al que encontramos a lo largo de los años siguientes en diversas ciudades y pueblos de Andalucía, Extremadura, Valencia o Madrid. Verdadero Fanelli de la fotografía, el conde de Lipa instruyó a decenas de fotógrafos, realizó miles de retratos y cientos de vistas de Andalucía y Extremadura. Pero fueron sobre todo, Charles Clifford y J. Laurent los más importantes fotógrafos que trabajaron en España, los que han dejado una obra más extensa y los que más decisivamente llegaron a influir en la fotografía española de su tiempo. (Publio López Mondéjar, Historia de la fotografía en España, Barcelona, Lunwerg, 2005, p. 40).

¿Autotitulado? ¿1860? ¿Fanelli? Ni era anarquista ni italiano, pobre. Y mira que tuvo nombres, Ludwik en polaco, Louis en francés y Luis en español, pero Luigi... Dice Joan Fontcuberta quela fotografía miente en el sentido de que toda fotografía es una ficción que se presenta como verdadera, pues sólo faltaba que con lo difícil que ya nos lo pone la fotografía, ahora los historiadores también nos la quieran colar.

Pero pongo tanta atención en mirar, en no dejar de mirar, en pensar que miro, que al cabo de un momento mis ojos se fatigan [...]. Me asaltan dudas de haber visto sin darme cuenta.

(Alejo Carpentier, Los pasos perdidos, VI).


Las manos coquetas. De izquierda a derecha: La condesa de Vilches (Federico Madrazo, óleo sobre lienzo, 1853); detalle de Enriqueta Tarszenski (Amalia López de López, discípula del conde de Lipa, hacia 1863); Margarita Navarro (Juan Ibáñez Abad, hacia 1882); Saleta Ibáñez Navarro (Juan Ibáñez Abad, hacia 1910).

Agradezco a José María Lama sus valiosas aportaciones.

Dedicado a los descendientes del conde de Lipa, en especial a Enrique Hernández Luike, Isaac Hernández –fotógrafo en activo–, y Helena Hernández, todos ellos herederos de su magia creativa, de su dulzura...


3 comentarios:

  1. Precioso de final a principio. Esto va creciendo, cobrando categoría y ensanchándose ¿hasta dónde?...No te canses.

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  2. Hasta dónde crecerá la figura del conde no se sabe, pero seguro que quedan por averiguar muchos datos. Gracias por transmitir tanta energía a este proyecto, abu.

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  3. Ser un alumno suyo debe ser un calvario. Menudo plasta.

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