Cary Grant y Conchita de Juan. Autor: Vicente Ibáñez Gámez. Madrid, hacia 1954. (Colección Vicente Ibáñez).
El galán de Hollywood interpreta a un ladrón reformado en la peli que acaba de rodar; la princesa fenicia que palpita a su lado es la mujer del fotógrafo. Él posa con elegancia fascinante, ella sujeta el cigarrillo como las poetas de Malasaña medio siglo después. Una vez leí que glamour provenía de un término emparentado con gramática, o sea que antes las personas con hechizo eran quienes poseían el misterioso don de la palabra. A mí me ocurre lo contrario, que no tengo palabras para describir el misterio de esta imagen. Al menos, diría que las joyas de la señorita Frances de Juan no corrían peligro (aquella noche). O sí. Hay una mano de mujer sobre su hombro... Me pregunto si le resulta tan fácil a Vicente atrapar el misterio y la magia con su cámara, atrapar a un ladrón..., un ladrón atrapando a un ladrón..., un ladrón atrapado atrapando a un ladrón, quizá esto sea la fotografía.
Dedicado a Kika y Paco, que encantarían al mismísimo Hitchcock.
Sobre todo la rubia que va conmigo, muy del estilo de Don Alfredo y que acabaría cometiendo el crimen perfecto. Seguro.
ResponderEliminarMuchas gracias por la dedicatoria.
Empieza con la historia.
Hace tiempo que quiero publicar en tu blog, pero temo no estar a la altura, así que simplemente quiero agradecerte el permitirme poder seguirte. Un abrazo.
ResponderEliminaramigo Palmero, la rubia que va contigo ES el crimen perfecto, y saldrá en esa historia que algún día me gustaría contar, sí. Las gracias son las vuestras, ya sabéis. También el corazón.
ResponderEliminarRosa, yo soy el que nunca está a la altura..., y me alegra mucho que sigas estos rostros en el tiempo. Recuerdo el glamour de tus fiestas!!
¡Qué guapo!
ResponderEliminar¡Es fabulosa!
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