Yecla te observa. Autor: Juan Ibáñez Abad. Yecla, hacia 1900. Copia actual (1992) a partir de positivo sobre cartón bastante deteriorado. Cortesía de José Puche Forte, quien al dorso anota: Fotografía original de Pedro Hernández, el Torratero. Fiestas de Santa Ana. 1900. Mayordomo: el abuelo de Pedro. Niño: Alfonso, el Torratero.
¿A quiénes pertenecen estos gestos de asombro? ¿Quién nos sonríe desde el balcón? ¿Quién se asoma y otea allá lejos de su tiempo? ¿Y quién es ése que abre la boca pasmado para siempre jamás? Juan planta la cámara en mitad de la calle y detiene este desfile festivo y sus imágenes veneradas, para hacer la foto de un pueblo: Yecla observándonos desde el otro lado de la lente. Y detiene los ojos que miran hacia el futuro sin verlo, las miradas que persiguen otros siglos. Y detiene también la aguja en la Torre del Reloj, el tiempo que se clava.
Juan Ibáñez Abad tenía 53 años cuando captó esta imagen y llevaba 25 en Yecla. Su hijo mayor, el hellinero Juan Ibáñez Navarro, había decidido instalar estudio propio en Gandía, pero otros dos hijos fotógrafos, Luis y Pascual, trabajarían durante muchos años en la misma ciudad que su padre. Juan ya no recordaba la locura del Monte Arabí, aunque a veces le venía aquel olor a naturaleza animal y pensaba en Margarita. Ahora se daba cuenta de lo que había cambiado Yecla, calles con más aire, edificios mágicos como el Auditorio Municipal, gente feliz. Pues debería enviarle una copia al culpable de esta metamorfosis, y con dedicatoria, a mi admirado amigo Justo.
Justo Millán Espinosa y Juan Ibáñez Abad crecieron en Hellín y compartieron destino profesional en Yecla, ambos nos han dejado imágenes congeladas, arquitectura y fotografía, testigos visuales de una época.
Parece que Juan está en la calle de Francisco Martínez Corbalán y que la figura espectral que surge tras la Torre del Reloj es la Iglesia Vieja, por tanto estaría apuntando su objetivo hacia la Plaza Mayor que en 1900 tal vez tendría otra denominación. El último edificio del lado derecho de la calle sería la casa palacio de los Alarcos cuya ventana angular no se puede apreciar..., posiblemente tapiada. No obstante esperamos comentarios de los especialistas en la historia de la fisonomía yeclana para corregir, corroborar o completar. ¡Hay cien rostros ansiosos de ser rescatados!
Detalle de "Yecla te observa", de Juan Ibáñez Abad.
Dedicado a Teresa Ibáñez Losada y a sus hijos.
Pura poesía
ResponderEliminarMe ha encantado el detalle del guiño, tanto si fue verdad como si no
ResponderEliminarpoesía y verdad?
ResponderEliminarSinceramente, no puedo apartar la vista de esos rostros de asombro. En verdad es un desfile festivo, es mas triunfante y porque no victorioso. Es que aun tenían reciente el recuerdo de esa tremenda epidemia de cólera que asolo el pueblo y estos vecinos, gracias a la intercesión de la Abuelica Santa Ana, se vieron liberaros de ese terrible mal. Siento de no poderos ayudaros a poner nombres a esos rostros. Mis antepasados no tuvieron la suerte de haber vivido en aquel barrio, y por lo tanto les toco sufrir en sus casas el horror de la epidemia.
ResponderEliminarEn aquella época, en la que fue tomada la fotografía, por supuesto que todo el pueblo sabía donde estaba la Calle de Martínez-Corbalán y a que altura se ubicaba la casa natal de este Diputado, Gobernador Civil e intimo de Cánovas del Castillo. Pero aunque ya llevaba ocho años rotulada, la gente la seguía conociendo como la Calle Aguado. El porque del nombre, no lo se, a lo visto siglos atrás seria un lugar típico donde se podría adquirir el agua potable. O a lo mejor el nombre le vendría por ser esta calle la encargada de recoger el agua de lluvia del casco urbano y convertirla en una especie de procesión, parecida a la de la fotografía, para luego depositarla en la huerta.
¿Es qué también al pasar por esa calle os sentís atraído por la Casona de los Alarcos?
Para mi llena de historias y experiencias y por lo tanto de misterios, ¡ay! ¡si hablaran esas piedras!. Por cierto hay una que por lo menos habla, aunque sea en una lengua muerta: MEMORARE NOBISIMA TUA ET IN NON PECABIT. ANNO 1563. Inscripción que se haya debajo de una cruz, hay algunos que han visto en ella el antiguo escudo nobiliario de la familia de los Alarcos, otros el de la Orden de los Calatravos. Un servidor simplemente ve una Cruz como la que utilizan los Cistercienses, eso si enmarcada con una gran dignidad y la leyenda por supuesto que haría referencia al Misterio de la Cruz. A lo mejor sería un testigo de otra epidemia que asolo el pueblo u otra clase de desgracia, y se utilizo este Símbolo para que fuese liberada esta casa.
Sobre sus antiguos inquilinos, el primer Alarcos que se tiene constancia contrajo matrimonio veinticuatro años después de la inscripción de la cruz y el ultimo fue el jesuita Pascual de Alarcos Palao de Espejo (†1760), que como era de esperar no tuvo descendencia. Tras la desaparición de esta familia, deja de ser un palacete y se convierte en posada. Comenzaron las adaptaciones necesarias para su nuevo fin y su interior con el paso de los años se fue dividiendo, creo recordar, que al final llego a tener cuatro puertas de acceso. En sus bajos, años mas tarde albergará un estanco y más recientemente en su antigua puerta principal se convertiría en la entrada a la sede de la Asociación de Amigos de la Música. Hoy completamente remodelado sirve de dependencias municipales, y a mi entender con esta reforma el palacete perdió encanto, pero no todo el misterio.
Paco Azorín
Paco, tu comentario es un lujo para este blog. Cuánta información! Aunque no puedas poner nombre a esos rostros de hace más de un siglo, no pasa nada, consigues algo mucho más interesante, poner nombre a la situación, al ambiente y a la calle. No sabía que se hubiera llamado "Aguado", ¿qué nombre tendría la plaza en 1900? Y en cuanto al palacete Alarcos, es cierto, se notan las vibraciones de la historia cuando pasas cerca. Gracias, amigo, por tu extraordinaria colaboración.
ResponderEliminarEs verdad que el nombre oficial es Plaza Mayor, por ubicarse en ella el Ayuntamiento, pero los yeclanos simplemente la han conocido como “la Plaza”. Aunque pueda pasar inadvertido se conserva en la esquina del popular Bar Andaluz un pequeño azulejo de loza blanca y letras en azul, posiblemente del S. XVIII, que dice: “Calle de la Plaza”. Oficialmente si ha tenido distintos nombres, precisamente cuando se tomo la fotografía y desde 1888 se llamaba Plaza del Municipio. Durante los vaivenes políticos del XIX, se la rotulo en varias ocasiones como Plaza de la Constitución. Cosa que volvería a pasar en los vaivenes del XX en el que primero se la rotulo como Republica y posteriormente como Queipo de Llano. Pero sinceramente, exceptuando los artífices de los nuevos nombres, los empleados municipales, y por supuesto los de correos, siempre se la ha conocido como “La Plaza”.
ResponderEliminarPaco Azorín
Muy bien Paco, entonces quedaría algo así: "al fondo de la calle y del gentío..., la Plaza."
ResponderEliminarGracias una vez más por aportar tanta documentación, ahora parece que de verdad veo por allí a Justo y a Juan presumiendo de barbas.