Sobre una saga de fotógrafos: los Ibáñez.

domingo, 30 de mayo de 2010

Fotografía, guitarra y cigarro

Autorretrato de Alejandro Ibáñez Abad con guitarra y cigarro. Plano americano. Hacia 1905 con unos 50 años de edad. Membrete: Ibáñez. Fotógrafo. Hellín. Formato de la imagen: 10,4 x 14,9 cm. Paspartú blanco festoneado y acanalado en relieve: 15,5 x 22,4 cm. Sobreimpresión en oro. (Archivo familiar Miguel Tomás).


Autorretrato de Gabriel Ibáñez Martínez, el Fotico, con guitarra y cigarro. Plano americano. Hacia 1905 con unos 25 años de edad. Membrete: Ibáñez. Fotógrafo. Hellín. Formato de la imagen: 9,4 x 14,5 cm. Paspartú ceniza festoneado y acanalado en relieve: 18,3 x 25,3 cm. Sobreimpresión en oro. (Archivo familiar Miguel Tomás).

Alejandro y Gabriel, padre e hijo, trabajaron en el mismo estudio y bajo la misma firma durante bastantes años, posiblemente las dos primeras décadas del siglo XX. Aquí la “fotografía dialéctica” se torna eco, doble, clon, porque padre e hijo conversan y se reconocen: un vicio, el tabaco; una pasión, la música; una necesidad, la fotografía.

–Busque las diferencias.

–Pues creo que la guitarra y el cigarro no son los mismos, pero no estoy seguro.

–Hay detalles de época.

–La barba antigua, el bigote moderno...

–¿Y los trajes?

–Tal vez por el cuello, la corbata, la pajarita.

–Bien, porque el fondo está claro que sí es idéntico.

–Y puede que la melodía.

Alejandro sonríe desde su globo cuando se entera de que lo llaman pésimo concertista de guitarra, y sabe que la sorpresa será mayúscula cuando se cuente esa historia que a alguien le gustaría contar y se descubra por qué tocaba la guitarra sin descanso ni concierto durante días con sus noches enteras, o por qué su hermana Catalina consiguió transmitir sus propios acordes en el tiempo hasta un club actual de Cuernavaca.

Han pasado más de cien años desde que vibraron aquellas cuerdas en el gabinete Ibáñez de la calle Francisco Silvela. Hoy algunos de sus descendientes llevan sus punteos a tugurios desvaídos por el humo y la música les sale de las entrañas, como una púa tatuada en la lengua.


3 comentarios:

  1. Adónde iría a parar esa guitarra? Es curioso: en nuestra línea genealógica se interrumpió la fotografía como profesión pero reverdece la afición a la guitarra.

    ResponderEliminar
  2. Es muy moderno.
    Cualquier día me lo encuentro en una plaza de Malasaña.

    ResponderEliminar
  3. abu, no sólo afición, un biznieto de Gabriel se dedica a la guitarra de forma profesional, ¿dónde van las guitarras?, tal vez a la plaza de Malasaña que dice Luna. Gracias a ambas por seguir estos rostros.

    ResponderEliminar